top of page

De pasión a profesión: El inicio. Historia de una transformación, la mía.


Cuando uno está en su centro, las cosas buenas pasan. Todo el tiempo.

Incluso cuando menos lo esperás...


Cuando uno confía y se deja llevar...


Un llamado de un viejo amigo a quien no veo hace 25 años para regalarme sus millas acumuladas antes de que se le venzan en agradecimiento por cosas que pasaron en nuestros años de preadolescentes y lo próximo que sé es que despierto en Saint Hippolyte, visitando a mi hermano del alma -esos que se eligen y te eligen, no los que simplemente te tocan en suerte.


Un llamado más y llega el reencuentro tras casi 6 años con esa queridísima amiga, de las mejores cosas que la Patagonia y Trevelin me han regalado, y me lleno de abrazos, risas y llantos (de los que sanan y hacen bien).


Algunas horas más tarde, un pequeño gamble con el destino, y acá estoy, escribiendo estas líneas desde el cole, en viaje improvisado decidido cual moneda tirada al aire (y salió cara 😉), para reencontrarme a su vez con su familia y volver así a un Toronto que fugazmente me recibió por primera y única vez en 1993, volviendo de India a Argentina en una escala que duró más de la cuenta.


Si me preguntaban hace unas horas, Toronto no estaba en los planes.

Si me preguntaban hace un par de meses, Canadá no estaba en los planes.

Si me preguntaban hace algunos años, jamás hubiera imaginado siquiera con estar viviendo en Italia, en el Bel paese soñado -pero jamás pisado- por mi querido Checha.


Qué hermosamente inesperada puede ser la vida.


Qué mágica aventura permitirnos dejarnos llevar, abrirnos a las sorpresas y dejar que las cosas pasen, porque las cosas buenas TAMBIÉN pasan.


La reflexión


No se cuándo fue el momento en que entendí que la transformación real y profunda de la vida venía desde adentro, no desde el cambio de residencia, o nacionalidad, o estado civil, mucho menos de los condicionamientos de una pandemia que lo cambió todo. Pero desde de que lo entendí, la vida no deja de sorprenderme, de abrirse paso delante de mis pies, descubriendo destinos y momentos y personas increíbles con cada giro de página, a cada vuelta de esquina.


Pero todo esto no fue siempre así. Tuve que pasar momentos de oscuridad extrema para llegar a entender… para sentir que finalmente estoy viviendo una vida plena y significativa.


Esta transformación surgió a raíz de la pandemia cuando me quedé sin trabajo y debí reinventarme, una vez más, y fue muy duro, un golpe bajo que no estaba preparada para recibir y que me nockeó antes de siquiera poder reaccionar.


El conformismo


Me había costado muchísimo abrirme paso tras emigrar a Italia, sola con mi hija menor, nueva cultura, nuevo idioma, nuevo entorno, sin conocer a nadie, sin ayuda, sin trabajo más que el que me inventaba con este mismo teclado día tras día. Me llevó 3 años de grandes esfuerzos y "pruebas-y-error" hasta encontrar cierta estabilidad y poder finalmente relajarme un poco, con agenda completa de eventos con meses de anticipación. Sabía en el fondo que no era lo que realmente mi alma deseaba (no había encontrado aun esa chispa que estaba sin saberlo buscando hacía rato) pero era lo más estable que había tenido en mucho tiempo y eso, tras tanta corrida, me conformaba. Creí que así sería mi vida de ahí en más y sí, me había encasillado y simplemente, me conformé con ese “es lo que hay” que tanto me irritaba años atrás.


Después de todo, la gente tenía razón. El mundo funciona así, pensaba. Guardé mis sueños más ambiciosos en algún rinconcito recóndito de mi corazón y planifiqué mi vida en torno a esa estabilidad. Cerré mi tienda online, dejé de dictar mis cursos y dediqué todos mis esfuerzo desperdiciando energía en hacer crecer sueños ajenos, productos ajenos, empresas que no representaban mis ideales, el precio de la tan sobrevalorada “estabilidad” que tan fácilmente se transforma en la trampa más grande de nuestra vida. Pero me contenté con eso, y reconozco que necesitaba un poco de esa calma para sentar las bases de mi nueva vida en Italia.


Pero llegó la pandemia a patearme el tablero justo cuando mi vida parecía encontrar un rumbo.


El pantano más oscuro


Una vez más la incertidumbre.


La agenda de eventos empezó a postergarse, y finalmente todos esos proyectos que una vez prometían estabilidad y oportunidades de modestos crecimientos, se cancelaron indefinidamente.


Fueron meses muy duros, peores aún que los más difíciles postemigración… Por primera vez en la vida me sentí realmente tocar fondo a nivel profesional, personal y económico. La frustración, la sensación de no saber qué rumbo tomar, qué puerta tocar, una hija adolescente a quien contener (¿o fue al revés?)… muchas -¡demasiadas!- prueba-y-error le siguieron, “manotazos de ahogado” como dicen, pero sin un rumbo fijo, sin un propósito más ambicioso que el de sobrevivir un día más.


Todo eso cubrió ciertas necesidades mínimas, pero nada llegaba a concretarse en algo lo suficientemente sólido que evitara que el ciclo recomenzara de cero cada vez, pero con cada nuevo intento me sentía más agotada, más desahuciada, más hundida en un pozo que no terminaba de ahondarse bajo mis pies…


¿Cómo es posible que, con toda una vida de trabajo digital muy exitoso y tantas experiencias y creatividad para resolver las situaciones más diversas, no era capaz de rearmarme, de ver lo que tenía frente mío todo el tiempo?


Estaba tan perdida. Nunca me había sentido así… mi característico optimismo y positivismo habían desaparecido dando lugar a tantas dudas… tantos pensamientos encontrados… “si tan solo tuviera un trabajo normal, como todo el mundo, estaría al menos cobrando el sueldo a pesar de no estar yendo al trabajo por el lockdown, hasta serían como vacaciones pagas”. Esa idea me atormentaba y amenazó con hacer tambalear mis convicciones más sólidas, mi tan amado estilo de vida independiente.


Pero el universo es sabio...


Necesitaba pasar por esos pantanos para entender lo que se siente, para generar la empatía que necesitaba para poder después rearmarme con más fuerza que nunca.


Y cuando sin saberlo estuve lista, personas que jamás había conocido pero que seguían mi camino especialmente el relacionado con el mundo del arte, el scrapbooking y los cursos online, empezaron a contactarme desesperadas buscando mi ayuda. Necesitaban entender cómo poder hacer eso que yo hacía desde hace tiempo, el trabajar online, desde casa usando tan solo una computadora y una línea de internet…


Eran todas almas independientes y emprendedoras como la mía, pero que jamás se habían adentrado en el mundo digital y ahora por la pandemia tuvieron que cerrar sus negocios o debieron cancelar sus talleres quedándose muchos de ellos completamente sin fuentes de ingreso, tal y como me encontraba yo, y lo sabían pero sin embargo venían a mí por ayuda... El preguntarme ¿Qué les pasa? ¿No ven que estoy igual? fue el disparador que después me hizo entender...


Pero en ese momento me encontraba ante una decisión que sin siquiera soñarlo forjó el curso del cambio más rotundo, sólido y consistente de mi vida:


Opción A

Dejar que esa negatividad que me había inundado ese último tiempo respondiera y transmitirles aún más angustia sin poder ayudarlos (porque sinceramente no me sentía capaz, ¿cómo podía ayudar a alguien si yo misma no veía la salida?).


Opción B

Dejar de lamentarme, abandonar mi propio infierno y el rol de víctima que siempre detesté en los demás -y que no sé en qué momento se había apoderado de mí-, arremangarme, y tras intentar al menos reencontrar mi sonrisa, ponerme a disposición para ayudar a quien fuera que lo necesitara…


Y es que aún en mis momentos más inciertos, una cosa era real: Yo siempre conté con las herramientas necesarias para salir de ese pantano, privilegio que no entendía en esos momentos, y que, gracias a tomar la decisión correcta, la de AYUDAR sin importar cuán mal me sentía internamente, finalmente pude ver.


El inicio (antes de que supiera en lo que se convertiría)


Fue así que empecé a aceptar llamadas para que me contaran de sus proyectos truncados por el Covid, y poco a poco mis neuronitas se reactivaron y empezaron a ver caminos alternativos por todos lados… el ayudar a otros a descubrir su potencial y las formas de explotarlo en el mundo digital me hizo entender todo lo que venía haciendo mal en mis propios emprendimientos. Algo despertó en mí, una sed voraz de saber más… de perfeccionar lo que hasta ahora venía “tocando de oído”, ya no era solo para mí, había asumido la responsabilidad de ayudar otros a sobrevivir la pandemia y no les podía fallar.


Había demasiado en riesgo. Familias enteras que habían depositado su confianza y sus esperanzas en mis consejos e ideas, y que estaban siguiendo al pie de la letra los pasos que les sugería porque, aun sabiendo que yo la estaba pasando igual, confiaban en mí, algo que yo en un punto de esa oscuridad, había dejado de hacer.


Los resultados no tardaron en aparecer, algunos superaron todas las expectativas, algunos no llegaron a cumplirlas, pero nadie se rindió.


Seguí estudiando, los casos fallidos me dieron indicios y me llevaron a tomar cursos de temas que jamás me habían interesado lo suficiente pero que eran clave para revertir la situación. Aprendí más de marketing y negocios digitales en 6 meses de pandemia que en 20 años de trabajar online, mejoré mi copywriting, mi manejo de redes sociales, y hasta me embarqué en un Master en SEO para entender por qué a pesar de la alta calidad de los contenidos no lograba hacer que algunos proyectos vieran el éxito que merecían.


Descubrí un mundo completamente nuevo.


Puertas empezaron a abrirse por todos lados. Lo que empezó como un servicio de consultoría gratuita para ayudar a otros a sobrevivir mientras esperaban que el mundo y sus pestes se normalizaran, terminó llevándome en un camino de desarrollo personal y crecimiento profesional que jamás hubiera imaginado posible a mis entonces 46 años, ahora 47.


Y de pronto todo se volvió tan claro... (mi Ikigai)


Sentí como la energía se multiplicaba dentro de mí, volví a levantarme de un salto cada mañana con las ganas de seguir avanzando, estudiando, ayudando, compartiendo tantas pequeñas grandes victorias y aprendiendo de las otras también.


Más tarde supe que eso que había encontrado era algo que los japoneses llaman “Ikigai”… la fusión entre lo que sos bueno, lo que te apasiona, lo que el mundo necesita y por lo que te pueden pagar. Fusión que una vez que la entendemos y hacemos consciente, hace que tu vida inevitablemente se transforme. Ya nada vuelve a ser igual. Las ideas se ordenan, todo cobra sentido… descubrimos ni más ni menos cuál es nuestra verdadera misión en la vida.


Y lo entendí todo. Cada paso, cada elección, cada enseñanza… Cada proyecto laboral y personal, cada curso, cada cliente, cada colega, cada dificultad, cada evento… mi vida en un flash… todo me condujo a este momento.


Aprovechando esa claridad decidí tomar mi Bujo y establecer mi sistema de valores - y no me refiero a los éticos y morales, esos siempre los tuve muy claros, sino a “qué cosas doy valor y no son negociables” en mi vida... entre ellas, la portabilidad que me diera libertad de viajar en cualquier momento, la flexibilidd para organizar mi trabajo en torno a mi vida y afectos, y no al revés, entre tantas otras cosas. Comprendí que ahí radicaba el secreto más grande. Cada una de mis acciones a partir de ese momento debían conducirme a construir la vida de mis sueños, debía alimentar y respetar esos valores. Ya no daría manotazos de ahogado, ni puntadas sin hilo...


Conociendo mi Ikigai: ayudar a los demás a vivir gracias al trabajo online tras descubrir su propia misión en la vida, y teniendo bien en claro los parámetros fundamentales de “la vida perfecta” para mí (sistema de valores), comprender y determinar los próximos pasos a seguir para construirla cayeron en mi cabeza y en mis cuadernos cual piezas de dominó… perfectamente alineadas formando el más bello de los diseños.


Seguí transmitiendo cada una de estas experiencias entre aquellas personas que habían creído en mí, para que lograran pulir y mejorar eso que habíamos empezado “a los ponchazos”, algo que era provisorio y creado en modo supervivencia en varios casos se había convertido en la primera fuente de ingresos y había llevado a transformaciones impensadas.


Fueron ellos quienes me impulsaron a mi siguiente paso. Quienes con su entusiasmo y agradecimiento me animaron a dar forma y lanzar mi programa “De pasión a profesión” donde estoy poniendo a disposición todo lo que se -y todo lo que soy- a quien esté necesitando reinventarse, encontrar su propio Ikigai, y hacer que su vida gire en torno a ello, aprovechando todas las herramientas que la era tecnológica nos regala para lograr objetivos tanto personales como económicos y profesionales.


El instante presente


Y en medio de este gran proyecto que ya se está convirtiendo en el más grande y ambicioso de toda mi vida, acá estoy,… escribiendo estas líneas para reactivar mi querido blog desde un colectivo de Montreal a Toronto, permitiéndome ir a visitar a mi querida amiga patagónica en su nueva realidad canadiense, tras haber pasado más de un mes compartiendo con mi hermano del alma, disfrutando su bosquecito en “Narnia”, llenándome el alma de abrazos, risas, anécdotas y emociones, volviendo a creer en mí, en mi capacidad y vocación, en mi poder personal. Ese que todos tenemos y que a veces tenemos que sumergirnos en el lodo más oscuro para volver a ver y valorar.


En este post quiero compartir la felicidad de mi transformación con todo quien esté necesitando un mensaje positivo en tiempos de tanta incertidumbre.


Hoy puedo volver a decir, LA VIDA ES BELLA. Y desde ese cambio en mí, desde que recuperé mis ganas y mi sonrisa, cosas increíbles no paran de sucederme… El universo parece estar finalmente conspirando a mi favor, regalándome estos dos meses increíbles en Canadá, con tantas anécdotas como la que nos acaba de pasar, de decir “hey tomemos este cole en lugar del tren de “Narnia” a Montreal que sale una hora antes", y al preguntar el chofer nos dice, “Suban nomás, la máquina no funciona y no les puedo cobrar, hoy viajan gratis 😊”…


Lo que sigue...


Aún estoy muy lejos de poder decir que resolví todos mis problemas y logré todos mis objetivos, este es sólo el principio de un gran "work in progress", pero ya se siente tan bien que no puedo guardármelo solo para mí. Además, puedo decir ya desde ahora que estoy viviendola vida de mis sueños, porque a pesar de no tener aún mi casita con terraza sobre el lago, ni mi jeep turquesa parada en la entrada, ni a Ricky Martin cebándome un matecito cada despertar 😉 (imágenes de mi moodboard), hoy me permito volver a soñar, dejar que la vida me sorprenda, demostrarle a mis hijas y al mundo que se puede a pesar de todo, dar pasitos firmes y concretos en la dirección de mis metas, disfrutar a pleno la magia del proceso… al fin y al cabo, es justamente eso lo que llamamos vida ♥


Es mi deseo más profundo que todo esto sirva a muchas personas más… a todo aquel que todavía se sienta en ese pantano y que no llegue a ver la salida, a vos te digo: ¡Está ahí! Te está esperando. Solo tenés que permitirte verla, eso depende de vos.


¿La punta del ovillo? Empezá por conocerte. Por entender qué te hace feliz. Qué importa en tu vida de verdad. Abrazá todo eso, usalo para armarte (y amarte). Esa será tu brújula. Llegó la hora de levantarse y empezar a caminar hacia donde esté tu norte. Creeme, ¡se puede!


En mis siguientes posts te voy a estar compartiendo consejos, ejercicios de desarrollo personal, sugerencias… todo aquello que me ayudó a salir de mi pantano para que te ayude a vos también. Por lo pronto, mientras todos a mi alrededor en este bus están ya durmiendo, me dispondré a tomar mi libro (ese que me regalaron hace más de un año y hasta ahora no había llegado siquiera a hojear) y me voy a dar el lujo -una época impensable- de disfrutar de una buena lectura.


Finché il café è caldo”… después le cuento qué tal, pero pinta muy bien😉


Gracias por ser parte de mi mundo ♥

Carolina



PD 1: Este no es un post de marketing, es mi historia, mi propia vida, un pedacito de mi ♥ puesto en cada palabra. Si creés que a través de mi experiencia puedo ayudarte, no dudes en escribirme. Me va a encantar ser cómplice y testigo de tu transformación.


PD 2: A todos los que me siguen por el mundo del Scrapbooking y Bujoscrap, no desesperen… estaré escribiendo y compartiendo sobre eso también. Es parte de mi mundo. Mi cable a tierra creativo… estoy preparando muchas cosas lindas en esos temas también 😉.

185 visualizaciones5 comentarios

Carolina Ghelfi
Creadora del concepto de Bujoscrap
Emprendedora digital desde la era del dial-up
Experta en Ikigai y sus adaptaciones en negocios digitales
Apasionada por el diseño, la comunicación, y todas las cosas bellas

carolina-ghelfi-trabajo-online-foto-perfil-2022.jpg
De pasión a profesión - Prueba Gratis_edited.jpg

Tu período de prueba incluye:

  • 7 días del programa de Ikigai

  • 7 días del programa de desarrollo personal

  • 25 actividades en total

  • 1 sesión de coaching grupal

  • 1 sesión de coaching personal para evaluar si el programa es o no para vos antes de decidir si quedarte o no.

¡No tenés nada que perder!

 

Dale clic al botón de arriba y empezá sin compromiso el camino de transformación personal y profesional, quizá el más importante de tu vida :)

¡Y si te suscribiste al blog www.argentinasporelmundo.blog en el email de bienvenida recibís un cupón del 50% de descuento sobre el primer mes de membresía!

bottom of page